Sant Joan de Déu hace tests de hipoxia isobárica a pacientes con enfermedades cardiorrespiratorias graves que deben viajar en avión
El centro dispone de una cabina donde se simula el ambiente hipobárico que se produce durante un vuelo, con el objetivo de exponer al paciente, de forma controlada antes del viaje, y prescribirle un tratamiento preventivo si es necesario.
Las personas con enfermedades cardiorrespiratorias graves tienen mayor riesgo de presentar una insuficiencia respiratoria cuando viajan en avión por culpa de la bajada de presión atmosférica. A pesar de las medidas de presurización que incorporan los aviones, a medida que el aparato toma altura, la cantidad de oxígeno en el aire baja drásticamente hasta un 15 % (a nivel del mar es de un 21 %).
Para la mayoría de la población, este cambio no supone riesgo para la salud, pero sí para los pacientes afectados de determinadas patologías, como es el caso de los niños y niñas con neumopatías graves o cardiopatías muy complejas. Una bajada de presión puede desestabilizarlos y causar una insuficiencia respiratoria que puede dar lugar a una situación de emergencia médica.
Para reducir o evitar este riesgo, el Hospital Sant Joan de Déu Barcelona, el centro que atiende a más niños con enfermedades complejas y minoritarias de España, dispone desde hace unos meses de una cabina que permite exponer a estos niños, antes del viaje y de forma controlada, la simulación de un ambiente hipobárico que se produce durante el vuelo.
De esta forma, y mediante lo que se llama un test de hipoxia isobárica (THI), los profesionales del Servicio de Neumología pueden determinar si un paciente tiene riesgo de sufrir una insuficiencia respiratoria durante el viaje y, en su caso, prescribirle las medidas preventivas necesarias para evitarlo.
“Cada vez recibimos a más pacientes de fuera de Cataluña y es importante poder garantizar que estos niños pueden viajar de vuelta a casa en las mejores condiciones. De igual modo, tenemos muchos otros pacientes catalanes que viajan de vacaciones en avión con sus familias. Por eso, en algunos pacientes con neumopatías muy graves y cardiopatías muy complejas, consideramos necesario hacerles una valoración previa para optimizar el tratamiento habitual, considerar si existe alguna contraindicación y valorar si necesitarán potencialmente oxigenoterapia durante el vuelo”, explica Isabel Gascón, la profesional responsable de los test.
Cabina de hipoxia isobárica a Sant Joan de Déu
Se trata de una cabina de plástico transparente y sellada, que dispone de dos vías para la entrada de nitrógeno y oxígeno. Una vez el paciente entra en la cabina, acompañado de uno de los progenitores en el caso de los bebés o niños muy pequeños, y se acomoda, las profesionales abren la fuente de nitrógeno hasta que la concentración o proporción de oxígeno desciende hasta el 15 %. A lo largo de la prueba, que dura unos 20 minutos, monitorizan la frecuencia respiratoria, la frecuencia cardíaca y la saturación de oxígeno del niño o niña (y del progenitor, si le acompaña).
Si el paciente presenta una saturación de oxígeno por debajo de 90% durante 1-2 minutos, los profesionales le administran oxígeno -la dosis suplementaria que necesita para mantener la saturación por encima del 94 %- mediante unas gafas nasales.
Al finalizar el test de hipoxia isobárica, el equipo entrega a la familia un informe médico que puede presentar a la compañía aérea en caso de que necesite oxigenoterapia durante el vuelo, para tener la previsión de este recurso autorizada y a punto el día del viaje.
Hasta ahora, una decena de pacientes han realizado un test de hipoxia isobárica en el Hospital Sant Joan de Déu Barcelona.