Una de las pacientes del Servicio de Cirugía explica cómo superó una quemadura de esófago tras varias fases de tratamiento en el Hospital Sant Joan de Déu
La vida de Naia cambió cuando tenía sólo seis años. La pequeña, tras haber pasado una tarde de verano jugando, pidió un vaso de agua en un establecimiento que, accidentalmente, le dio líquido abrillantador de lavavajillas. Inmediatamente Naia se encontró mal, notó un intenso escozor en la garganta y empezó a vomitar de forma incoercible: había sufrido una quemadura en el esófago tras ingerir el producto cáustico.
Ese mismo día Naia recibió atención urgente en el centro hospitalario más cercano y luego fue ingresada en el Hospital Sant Joan de Déu Barcelona, donde estuvo durante más de dos semanas hasta que se estabilizó. Pocos días después de recibir el alta hospitalaria, la niña volvió a mostrar síntomas, entre los cuales la disfagia (dificultad para tragar) una sensación que para la pequeña era muy angustiosa. La intoxicación, ya superada, le había causado una estenosis de esófago: el conducto que va de la boca al estómago se había estrechado de forma reactiva y esto le causaba a Naia problemas en la deglución.
El tratamiento inicial para la estenosis de esófago
Durante los meses siguientes, la solución al problema de Naia fue realizar una pauta de dilatación esofágica que se le debía practicar a la pequeña cada dos o tres semanas en el Servicio de Gastroenterología. Esta dilatación del esófago permitía aliviar los síntomas y se consideró el mejor tratamiento inicial. Pero las estenosis por productos químicos son difíciles de rehabilitar y la reaparición del problema era cada vez más frecuente.
En una de las habituales dilataciones que se le practicaban a la paciente, el esófago de la niña se perforó y esto obligó a cambiar la terapia de forma urgente. Para empezar, se le realizó a Naia una gastrostomía (inserción de una sonda alimentaria a través del abdomen) para alimentarla, dado que ya no podía comer por la boca. Además, Naia necesitaba ganar peso para la intervención que habría que llevar a cabo ya que, a causa de la estenosis y las dificultades para comer, la niña sólo pesaba 17 kilos con 8 años de edad.
“Lo que más me afectaba era el hecho de que los tratamientos no me permitían ir a excursiones o fiestas de la escuela. No poder comer como todos los niños en los cumpleaños también me agobiaba”, explica Naia – mientras almuerza un bocadillo – sobre la etapa en la que recibió el tratamiento por dilatación y la posterior gastrostomía. Susana, la madre de la paciente, explica que el tratamiento también le causaba nervios y ansiedad porque temía que se le repitiese la sensación de ahogo que había padecido anteriormente.
La sustitución esofágica como solución final
Finalmente el doctor Xavier Tarrado, jefe del Servicio de Cirugía del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona, explicó a la familia la solución óptima para Naia: la sustitución esofágica con colon. Esta técnica específica, llamada esofagocoloplastia, consiste en utilizar un fragmento del colon de la paciente para sustituir la parte afectada del esófago, previamente extirpada. Se trata de una cirugía compleja y no exenta de riesgos. “Aunque nos daba miedo, lo mejor en este caso era operar a Naia. Era esta solución o vivir con una gastrostomía el resto de sus días”, relata la madre de la paciente.
Una de las principales dificultades de la intervención era la extirpación del esófago dañado, especialmente después de haber sufrido una perforación. La intervención se llevó a cabo con éxito y Naia evolucionó favorablemente durante su ingreso posterior a la cirugía en la UCI Pediátrica y con la aplicación de fisioterapia respiratoria.
Naia tiene ahora 12 años, va al instituto y la mayoría de visitas al hospital son ahora para las endoscopias de control. A pesar de que debe llevar un seguimiento continuado hasta la edad adulta, Naia es optimista. “Ahora me encuentro bien, he dejado atrás los malos momentos y estoy segura de que todo seguirá igual de bien en el futuro”, concluye la paciente.