Cuando el primer bebé nace con menos de 28 semanas de gestación, los profesionales valoran retrasar al máximo el nacimiento del segundo para aumentar sus probabilidades de supervivencia.
Ian nació el pasado 17 de enero, y su hermana gemela, Laia, el 26, nueve días después. Ambos están a punto de cumplir 10 meses, aunque celebrarán su cumpleaños en días diferentes.
Ian y Laia vinieron al mundo en lo que se conoce como parto diferido. Es un procedimiento poco habitual que los profesionales ponen en práctica en los partos de gemelos extremadamente prematuros. Cuando la primera criatura nace por debajo de la semana 28 de gestación, el equipo médico que atiende a la gestante puede plantear retrasar el máximo tiempo posible el nacimiento del segundo bebé para aumentar así su edad gestacional y sus probabilidades de supervivencia.
Para poder hacerlo, deben darse diferentes requisitos: que el primer parto sea vaginal; que los gemelos sean bicoriales (es decir, tengan dos placentas diferentes); que después del nacimiento de la primera criatura se detengan las contracciones y no haya riesgo de infección por la madre y los bebés.
Los profesionales de BCNatal, Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona han llevado a cabo en los últimos cinco años 8 partes diferidos. Entre ellos se encuentra, según la literatura científica consultada, el parto diferido con una latencia mayor registrado hasta ahora en España en el que los dos bebés han logrado sobrevivir: se trata de unos gemelos nacidos con una diferencia de 48 días. “Hemos tenido partos diferidos con un período de latencia mayor, pero en estos casos el primer bebé no sobrevive porque nace tanto prematuramente que, o bien nace muerto o muere en los primeros días de vida a consecuencia de esa prematuridad extrema”, señala Silvia Ferrero, obstetra del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona.
Solo los centros que cuentan con una unidad de cuidados intensivos neonatales y con un equipo de obstetricia con dilatada experiencia en embarazos de riesgo pueden hacer frente a un parto diferido. Por un lado, deben disponer de una UCIP neonatal que pueda ofrecer todos los cuidados que necesita el bebé prematuro extremo y por otro, debe contar con un equipo de obstetricia experto en partos de riesgo que pueda monitorizar la madre por evitar que se produzcan infecciones en el útero u otras complicaciones que puedan poner en peligro su vida y la del bebé que todavía está en el vientre. Este equipo debe realizar un seguimiento de la mujer mediante controles periódicos -analíticas, cultivos, ecografías y amniocentesis- para detectar lo antes posible si se producen complicaciones y decidir cuál es el momento más indicado para el segundo parto.