Más de la mitad de los niños y niñas con un trastorno del espectro autista presentan disfunciones o dificultades alimentarias
Más de la mitad de los niños y niñas con trastorno del espectro del autismo (TEA) presentan disfunciones o dificultades alimentarias: son muy selectivos con la comida, rechazan determinados alimentos o manifiestan otros comportamientos disruptivos.
Algunos niños ingieren un número muy reducido de alimentos e incluso, en algunos casos, requieren sondas nasogástricas para poder alimentarse; otros solo aceptan alimentos de un determinado color o de una determinada forma; y algunos rechazan los sólidos y su dieta se limita a comer únicamente triturados hasta edades muy avanzadas, en algunos casos hasta la adolescencia y la vida adulta.
Estas conductas alimentarias se deben, en la mayoría de los casos, a alteraciones sensoriales (híper y/o hipo sensibilidad), y a comportamientos rituales y repetitivos que caracterizan a los trastornos del espectro autista. Un proceso de atragantamiento o una alteración gastrointestinal por la ingesta de un alimento puede desencadenar también el rechazo.
Para ayudar a las familias de los niños con autismo que presentan estas dificultades alimentarias, la unidad de autismo del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona, Unim TEA, dispone de un programa pionero que incluye sesiones grupales e individuales en las cuales los profesionales les dan estrategias y les piden que graben cómo las ponen en práctica en casa.
TEAlimento, intervención grupal para familias y niños
El programa de alimentación prevé dos tipos de intervenciones. Una de ellas, TEAlimento, es una intervención de carácter grupal (participan cinco niños con sus familias) y está pensada para los niños y niñas de entre tres y ocho años sin discapacidad intelectual severa que comen menos de 20 alimentos o que solo aceptan los triturados. Un psicólogo clínico se reúne con los padres y madres de estos niños una vez por semana, durante 12 semanas, con el objetivo de hacerles un entrenamiento guiado y facilitarles estrategias que permitan introducir nuevos alimentos en la dieta de su hijo. Paralelamente, una profesional de enfermería interviene con los pequeños y trabaja la exposición sensorial en el contexto del juego para generar en los niños una nueva experiencia con los alimentos de forma divertida.
En el caso de los niños y niñas que aceptan menos de tres alimentos, que tienen discapacidad severa o alteraciones conductuales que desaconsejan su participación en sesiones grupales, los profesionales optan por mantener con sus progenitores sesiones individuales con el psicólogo clínico y/o enfermería y abordar el caso de una manera muy personalizada.
La responsable del programa, Mireia González Rodríguez, explica que el objetivo es conseguir mejorar la nutrición del niño y que "pueda llegar a tener una alimentación saludable pero realista teniendo en cuenta sus condicionamientos y sus dificultades primarias".
Los niños candidatos a participar en este programa son derivados por los especialistas que los atienden en el Hospital o en los centros de salud mental infantojuvenil (CSMIJ) o centros de atención precoz (CDIAP).
Manu, de ocho años, es uno de ellos. Cuando fue derivado al programa, solo comía pizza y sopa. "Ahora come de todo –explica su madre, Laura- y esto ha sido posible gracias a las estrategias y consejos que nos ha dado la psicóloga y que nos han cambiado la vida. A mí nunca se me habría ocurrido, por ejemplo, ponerle a mi hijo un único macarrón en la mesa, pero haciéndolo así, él lo ha tocado y olido, y ha conseguido vencer sus resistencias a probarlo. Ahora se come un plato entero de macarrones".