Un implante de tronco cerebral permite percibir sonidos a un paciente que padecía hipoacusia profunda
Esta técnica, menos utilizada que el implante coclear, permite tratar malformaciones auditivas congénitas que en otros países se consideran inviables
En algunos casos en los que se detecta una hipoacusia profunda desde el nacimiento, el implante auditivo coclear no es una opción de tratamiento. Esto es precisamente lo que le sucedió a Benjamín, un paciente de 3 años procedente de Perú que presentaba una ausencia congénita del nervio auditivo que le causaba una sordera profunda.
Para los niños y niñas que no tienen coclea o nervio auditivo, existe la posibilidad de colocar un implante directamente en el tronco cerebral mediante neurocirugía. Concretamente, la intervención consiste en implantar un dispositivo sobre el núcleo auditivo en el tronco cerebral que se estimula después para permitir que los pacientes perciban sonidos.
Según el otorrinolaringólogo Oliver Haag, del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona, el implante de tronco cerebral es una técnica distinta al implante coclear, no ofrece un reconocimiento tan preciso de los sonidos, pero sí permite la recuperación de un cierto nivel de audición por parte de los pacientes.
Esta técnica evita que los pacientes crezcan totalmente aislados del entorno, percibiendo y reconociendo sonidos en fases más avanzadas de la recuperación, hasta hablar y entender el lenguaje oral con la ayuda de la lectura labial.
Oliver Haag, otorrinolaringólogo pediátrico
Precisamente el hecho de tratarse de una intervención más invasiva que el implante coclear hace que sólo se utilice en los casos en los que se descarta la primera opción, que suelen ser los más severos. Desde 2006, en el Hospital Sant Joan de Déu se han tratado únicamente a cuatro pacientes con el implante de tronco cerebral, mientras que se puede llegar a tratar unos 50 pacientes con implantes cocleares anualmente.
Hasta hace dos años resultaba difícil realizar este tipo de técnicas, que ahora se pueden ofrecer gracias a la experiencia del Servicio de Otorrinolaringología y a la colaboración con el Servicio de Neurocirugía, concretamente de José Hinojosa, experto en acceso al tronco cerebral.
“No es una técnica novedosa, pero sí poco extendida en pediatría”, explica Hinojosa, que añade que en España solo cuatro centros ofrecen el implante de tronco cerebral. “Esta neurocirugía es más compleja en la anatomía de los niños, pero permite habituarlos al estímulo auditivo, algo que no resulta útil cuando una persona sorda llega a la vida adulta”.
La atención de logopedia, imprescindible en los implantes de tronco cerebral
La intervención combinada de neurocirugía y otorrinolaringología de Benjamín se llevó a cabo el mes de diciembre de 2018 con éxito y posteriormente hubo que activar el implante para comprobar el funcionamiento correcto del mismo.
“En estos casos, la activación puede resultar molesta para el niño en las primeras ocasiones, ya que no tienen conciencia de haber oído ni percibido sonidos anteriormente, y en ocasiones les puede asustar”, explica la fonoaudióloga Natalia Coll. Una vez se activa el implante, se va regulando de acuerdo con la evolución del niño, y se le estimula directamente el núcleo auditivo y el centro auditivo central.
El Servicio de Otorrinolaringología ha trabajado en el caso conjuntamente con el Centro de Recursos Educativos para Deficientes Auditivos (CREDA), para ofrecer un seguimiento y entrenamiento de logopedia durante casi 6 meses.
El equipo de logopedia se coordina posteriormente con el equipo que tratará a Benjamín en su país de origen para informarlos de su evolución, que ha sido favorable hasta el momento. Generalmente se empieza a trabajar con estos pacientes a través del juego, ya que es necesario que pierdan el miedo al nuevo estímulo sonoro.
Desde que empezó a usar el implante, Benjamín ha evolucionado bastante: responde a sonidos intensos y ha dejado de asustarse cuando él mismo emite algún sonido.
Gabriela Convertini, logopeda de Benjamín
Aunque Benjamín tardará meses en aprender a identificar más sonidos, su contacto visual ha mejorado mucho y también lo ha hecho su conducta.
Según la literatura existente, los pacientes que son implantados alrededor de los dos años de vida tienen bastante buen pronóstico, ya que hasta los cuatro años disponen de tiempo para la adquisición del lenguaje. En todos los casos se requiere un tratamiento largo e intenso de logopedia, ya que los avances se producen de forma muy progresiva.
La madre de Benjamín se muestra satisfecha porque el implante ha logrado que el niño se relacione con el entorno, del que estaba aislado, y que se muestre más receptivo. “Cuando volvamos a casa debemos seguir trabajando para que logre entender el lenguaje y comunicarse a su modo” comenta.