"Gracias al programa de preservación de la fertilidad del Hospital Sant Joan de Déu he podido ser madre después de superar un cáncer"
Anna fue diagnosticada de un tumor del desarrollo o cáncer infantil, un osteosarcoma, y aceptó que le extrajeran tejido ovárico para reimplantarle en el supuesto de que quisiera tener descendencia y no pudiera.
Anna tenía poco más de 18 años cuando experimentó los primeros síntomas del cáncer. “Noté una molestia al puente del pie izquierdo y fuimos al médico. Pero estuvimos meses y meses, yo diría que un año, intentando averiguar qué me pasaba, ya que, según me explicaron después los médicos, mi caso era bastante excepcional. Normalmente, este tipo de cánceres aparecen en las rodillas y en las caderas, pero a mí me apareció en el pie y esto los desorientó”, recuerda ahora, 17 años después.
Una biopsia reveló, finalmente, que Anna tenía un osteosarcoma, un tumor del desarrollo que afecta los huesos. El equipo médico que la atendía en un hospital de Barcelona decidió entonces intervenirla enseguida para extirpar el tumor.
El tratamiento continuó después con varios ciclos de quimioterapia que podían poner en peligro su fertilidad futura. Por eso, antes de iniciar el tratamiento, los profesionales de aquel centro le propusieron contactar con Justo Callejo, entonces jefe de Ginecología del Hospital Sant Joan de Déu, para valorar la posibilidad de criopreservar tejido ovárico.
“Estamos hablando del año 2008. El programa de criopreservación de óvulos todavía no había comenzado. La técnica de la vitrificación de óvulos cambió el paradigma y, actualmente, a las adolescentes se les puede sugerir congelar óvulos o tejido ovárico, en función del tiempo y las características de la chica”, aclara Cristina Salvador, responsable del programa de preservación de la fertilidad, junto con Santiago González.
“Cuando me propusieron extraerme una muestra de tejido ovárico por si el día de mañana quería ser madre, yo era muy joven" explica Anna. "Les dije que sí, por si acaso, porque en aquel momento no sabía si querría tener hijos o no. Ni me lo había planteado, la verdad”.
Pocos días después, los profesionales del programa de preservación de la fertilidad del Hospital Sant Joan de Déu extrajeron a Anna, mediante laparoscopia, un fragmento de tejido ovárico. La muestra fue enviada al Banc de Sang i Teixits, donde se criopreservan todos los tejidos ováricos de las pacientes del programa. Allí permaneció congelado durante catorce años.
Después del tratamiento por el osteosarcoma, que se prolongó nueve meses e implicó dos intervenciones quirúrgicas y varios ciclos de quimioterapia, Anna continuó con su vida. Estudió, empezó a trabajar y con treinta años se casó. “Y entonces sí que tuve claro que quería ser madre. Mi marido y yo empezamos a buscar la criatura, pero no había manera. Hacía dos años que lo intentábamos, sin éxito, cuando decidí contactar con el Hospital Sant Joan de Déu para ver qué podíamos hacer”, relata.
"Habíamos estado cuatro años intentándolo y, solo dos meses después del trasplante, lo conseguimos y de manera espontánea"
Después de diferentes intentos de inseminación artificial y una fecundación in vitro, los profesionales que atendían a Anna le propusieron reimplantar el tejido ovárico que le habían extraído catorce años atrás. El trasplante tuvo lugar el 23 de marzo de 2022 y, solo tres meses después, el 20 de junio de 2022, Anna se hacía la prueba de embarazo y confirmaba que estaba de tres semanas.
“Me sorprendí mucho, no imaginaba que fuera tan rápido. Habíamos estado cuatro años intentándolo y, solo dos meses después del trasplante, lo habíamos conseguido y de manera espontánea. Fue una alegría inmensa”, recuerda ahora.
Este 26 de febrero hará un año que Biel vino al mundo. “Es un bebé muy bueno y muy risueño, estamos encantados con él. Gracias al programa de preservación de la fertilidad del Hospital San Joan de Déu he podido ser madre y agradezco mucho a los profesionales que decidieron estudiar si la criopreservación del tejido ovárico podía ayudar a niñas y mujeres que pasan por la misma situación en que me encontré yo. Entonces no era consciente de la importancia y trascendencia de lo que me estaban proponiendo, pero, después, con el tiempo me he dado cuenta de que deseaba mucho ser madre y habría sido muy difícil cumplir mi sueño de otro modo”, explica.
Ahora Anna está centrada en criar a Biel, pero no descarta tener un segundo hijo. “De manera inmediata, no, pero más adelante quizás sí, tenemos la posibilidad. Si lo hemos conseguido una vez, ¿por qué no una segunda?”