
Aina Seguí, residente de Pediatría de cuarto año del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona, siempre tuvo claro que quería hacer la residencia en el centro. Conoce su experiencia de primera mano.
Aina Seguí entró por primera vez en contacto con el Hospital Sant Joan de Déu Barcelona durante unas prácticas que hizo el último año de su carrera. “Fueron solo dos semanas, pero suficientes para saber que este era mi lugar. Recuerdo perfectamente que el primer día, cuando volví a casa, y le dije a mi madre: haré pediatría y la haré en Sant Joan de Déu”.
¿Por qué?
Por diferentes motivos. Quería hacer la residencia en un hospital grande donde pudiera rotar por las diferentes especialidades, y Sant Joan de Déu me gustó mucho porque, además de ser grande, es un hospital monográfico pediátrico que da una atención integral y holística a los niños y sus familias. Aquí los especialistas no trabajan por separado, trabajan en conjunto para ofrecer al paciente el mejor tratamiento posible, y esto es muy bueno para las familias y también para los profesionales, por qué nos enriquece mucho.
Durante la carrera de medicina, hiciste prácticas en diferentes centros. ¿Qué encontraste diferente en Sant Joan de Déu?
Este hospital es suficientemente grande para atender casos complejos pero a la vez, y por el mismo motivo, por el volumen de actividad que recibe, también atiende muchos casos de pediatría general. Y encuentro que esta combinación es muy interesante y atractiva para los residentes de pediatría, porque nos permite salir con una formación muy completa, conociendo aspectos más específicos, pero también muy bien formados como pediatras generales.
Creo que esto no lo pueden ofrecer otros muchos hospitales: los comarcales, quizás porque no reciben tantos casos de complejidad, y algunos centros grandes sí que reciben casos complejos, pero, en cambio, no ven muchos de pediatría general. Y después, otro elemento diferencial de este hospital es el ambiente.
¿Cómo definirías el ambiente?
El ambiente en el Hospital es muy familiar y cooperativo. A pesar de que es un centro grande, no te sientes perdido. Todo el mundo se conoce y se apoya. Se crea una atmósfera laboral muy positiva que se contagia. Estoy convencida de que, si me pongo enferma y no puedo hacer una guardia, alguno de mis compañeros se ofrecerá a ayudarme y me cubrirá.
En un centro grande y tan especializado como este, puedes hacer toda la formación que quieras.
¿Y la formación?
En un centro grande y tan especializado como este, puedes hacer toda la formación que quieras. Los residentes de cuarto año nos agrupamos en comisiones y una de estas comisiones se dedica, precisamente, a organizar sesiones formativas sobre temas que, a veces, proponen los servicios y, a veces, nos interesan a los residentes. Si quieres aprender o investigar sobre un tema concreto, tienes expertos a tu lado que están muy dispuestos a ayudarte. Yo diría que, si quieres formarte o investigar no tienes límites, pero nadie te obligará o te perseguirá para que lo hagas. Depende de ti.
Has participado en una olimpiada genética, un taller ideado para mejorar vuestros conocimientos en genética y dismorfología mediante diferentes juegos.
Sí. Fue un taller muy didáctico y original. Los residentes rotamos por muchos servicios del Hospital, pero no necesariamente por el de genética, porque es optativo. Cada semana, además de dos sesiones de docencia, hacemos un taller práctico sobre una especialidad del Hospital y uno de los que hemos cursado este año es el de Genética.
Hemos hecho otros, como talleres de simulación, o un taller con el equipo de Atención Paliativa y Paciente Crónico Complejo para saber cómo funcionan los diferentes dispositivos... Pero el de Genética nos acerca a una realidad muy desconocida y que, particularmente, me daba un poco de miedo porque la encontraba difícil y muy específica. Y lo han hecho de una manera muy lúdica y divertida. El taller duró dos tardes, pero nos pasó volando.
¿Qué te ha aportado el taller?
Me ha ayudado a entender los conceptos básicos de genética y del asesoramiento genético. Por ejemplo, a menudo hablamos de pruebas genéticas en general, pero sin saber muy bien qué diferencias existen entre unas y otras. Y me ha dado herramientas, tanto clínicas como tecnológicas, que seguro que utilizaré en mi práctica clínica diaria. Ahora, sin ser una experta y con lo que aprendí, por ejemplo de dismorfología, me siento más capaz de hacer una primera orientación o sospecha diagnóstica.
Harás una parte de tu residencia en Australia, ¿verdad?
Sí. En el servicio de infectología pediátrica del Monash Children Hospital de Melbourne. Tienen una unidad de infectología que, por las particularidades de su entorno, trata enfermedades que aquí no vemos tanto.
Y, cuando acabes, ¿qué te gustaría hacer?
Me gustaría dedicarme a la oncología pediátrica y, si puedo, hacerlo aquí en Sant Joan de Déu, en el Pediatric Cancer Center Barcelona.