“Desde el primer día de residencia, sientes que eres uno más del equipo, que confían en ti y que puedes trabajar con autonomía”
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Residentes de Bioquímica clínica, Microbiología y Farmacia explican qué los impulsó a escoger su especialidad, como es su día a día y como valoran el Hospital Sant Joan de Déu Barcelona y su oferta formativa.
Miguel Ángel Mengual es residente de segundo año de Bioquímica clínica. Meritxell Cubero también ha hecho la residencia en el Servicio de Laboratorio en Microbiología y este año ya acaba. Ninguno de los dos se planteaba en un inicio hacer esta etapa formativa en un hospital especializado en pediatría y salud maternal y de la mujer, como es el Hospital Sant Joan de Déu Barcelona, pero ahora, con unos años de experiencia a las espaldas, coinciden que esta característica "es un plus".
Núria Bartrolí, que siempre ha sentido un vínculo con el mundo pediátrico, es residente de segundo año de Farmacia. Como sus compañeros, destaca que "cuando trabajas con niños, no puedes simplemente aplicar lo que has aprendido, se tiene que aprender de nuevo porque hay factores determinantes como el peso del paciente". Así, considera que el mundo pediátrico es un añadido de conocimiento.
Más allá del campo de trabajo, los tres residentes explican que se decantaron por Sant Joan de Déu por facilidades como la oportunidad de hacer rotaciones externas a escala nacional e internacional, la posibilidad de hacer el doctorado en el mismo centro o las guardias. "Para mí era importante poder hacer guardias desde el primer año de residencia", afirma la Núria. "Además, aquí no hacemos guardias de 24 horas, son más cortas", añade Meritxell.
El día a día en el Hospital
La actividad clínica tiene un trasfondo muy amplio en el cual trabajan varios profesionales, algunos de ellos expertos de laboratorio como estos tres residentes. "Todo depende de la rotación, pero algunas de las tareas que hacemos consisten en revisar peticiones, preparar las pruebas que se tienen que hacer y hacer seguimiento para ver si son adecuadas para el historial clínico del paciente", detalla Miguel Ángel. Meritxell puntualiza que es importante tener en cuenta que las pruebas requieren tiempo y precisión. "No las podemos descartar con un primer resultado negativo", remarca.
La precisión tampoco puede faltar en el Servicio de Farmacia. Un día en la vida de la Núria consiste, entre otras cosas, en validar tratamientos, estudiar la compatibilidad de los medicamentos que toma cada paciente y hacer seguimiento de cómo es la tolerancia en cada caso. "También tenemos que tener en cuenta a los pacientes que están haciendo un tratamiento de quimioterapia o a los que se tendrán que medicar en casa para que les resulte lo más fácil posible", aclara.
"No siempre tenemos trato con el paciente, pero para nosotros no es un número, tiene nombre y apellidos y podemos hacer seguimiento".
Ser uno más del equipo
Las especialidades de estos residentes tienen pocas plazas. Esto puede ser una ventaja para formar equipo con los profesionales que te acompañarán durante los años de formación. Miguel Ángel, que viene de Córdoba, ha comprobado que "la gente es muy abierta y está muy dispuesta a ayudarte". "En todo momento te sientes acompañada e incluida en el equipo, desde el primer día", dice Núria.
Meritxell, una de las cosas que más valora de su equipo de microbiología, es la autonomía que le han dado: "Sientes que confían en ti y en tu trabajo, no solo en el laboratorio, también para ir, por ejemplo, a congresos. No te ponen limitaciones para de formarte, apuntarte a cursos o exponer proyectos".
El buen ambiente y las oportunidades educativas que relatan van acompañadas de una infraestructura y un equipo tecnológico de calidad. "No somos un hospital gigante, pero el espacio que tenemos está muy bien aprovechado con una maquinaria moderna", observa Miguel Ángel. Meritxell apunta que, teniendo en cuenta los proyectos que hay sobre la mesa, "veremos un cambio importante en los próximos años".
Un hospital dedicado al paciente
El Hospital ofrece ocho especialidades de residencia, todas ellas dedicadas a trabajar por el bienestar del paciente y también de las familias. Que el personal sea capaz de ofrecer un trato personalizado hace que la experiencia mejore notablemente. Meritxell afirma convencida: "Lo que me gusta de Sant Joan de Déu es que el paciente no es un número, tiene nombre y apellidos". "Es cierto que desde el laboratorio no tenemos trato con ellos, pero con las pruebas podemos hacer seguimiento y se acaba creando un vínculo", confiesa Miguel Ángel.
"Al final, somos una pieza más de los tratamientos que se hacen y es un orgullo poder formar parte del equipo", concluye la Núria.
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