Cirujanos extirpan un feto inmaduro no desarrollado de un bebé, en un caso complejo porque la tumoración estaba cerca de grandes vasos sanguíneos
El paciente afectado por esta patología minoritaria fue diagnosticado gracias al equipo de Medicina Fetal del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona. En la ecografía de las 20 semanas, que permite observar muchos detalles anatómicos del feto, se detectó un bulto que en un primer momento parecía un tumor. Ya durante la gestación se realizó un seguimiento exhaustivo del desarrollo del niño y se acompañó a su familia.
Inicialmente el objetivo fue definir el tipo de malformación o tumoración, tanto por su tamaño como por las características y la repercusión que el crecimiento de esta podía tener en el desarrollo del feto. Durante el desarrollo prenatal se observó que no afectaba al feto y tampoco hubo ninguna complicación en el nacimiento ni en la etapa posnatal.
Tras el nacimiento del pequeño, se le realizaron diversas pruebas de diagnóstico por la imagen para determinar el diagnóstico final. El equipo médico sospechaba de un teratoma maduro (un tumor no maligno) y también de un posible caso de fetus in fetus, es decir, que el feto de un gemelo no hubiese llegado a desarrollarse y hubiese sido “absorbido” por el hermano durante la gestación.
Tras realizar los estudios específicos se confirmó la segunda hipótesis, y se empezó a trabajar con la Unidad de 3D porque la masa tumoral, situada en la zona abdominal, estaba cerca de órganos vitales del bebé y era aconsejable realizar una planificación de la cirugía.
Un estudio previo y el modelo impreso en 3D, claves para planificar la extirpación
Tras nacer, el bebé evolucionó favorablemente. Al no haber ningún riesgo para su salud y detectar que la tumoración no crecía, se decidió operarlo a partir de los 9 meses, para tener más garantías en la aplicación de la anestesia y la recuperación del paciente.
Durante este tiempo se estudió la localización del feto no desarrollado, que en este caso fue tratado con la misma consideración que un tumor, pues había que extirparlo para evitar que presionase el abdomen del pequeño o que pudiese crecer en algún momento.
En el estudio prequirúrgico trabajaron conjuntamente el equipo de ingeniería y planificación de la Unidad de 3D, el de Diagnóstico por la Imagen, el de Cirugía Fetal y Neonatal y el de Cirugía Oncológica.
La resonancia magnética final permitió observar con precisión las vísceras desplazadas por el feto no desarrollado y también situar la arteria aorta, la vena cava, el hígado y los riñones. También se estudió el caso mediante técnicas angiográficas, para determinar cómo llegaba el aporte de sangre a la tumoración, que estaba vascularizada. Se detectó que ninguna gran arteria estaba conectada a la lesión y se programó la cirugía.
El principal reto era extirpar la masa tumoral evitando sangrados de ningún tipo, y la intervención se realizó con éxito.
El 3D, una herramienta para reducir tiempos de cirugía y recuperación de los pacientes
Dos días después de la intervención, el pequeño podía comer con normalidad y los padres aseguraban que estaba menos inquieto e incómodo.
La planificación permitió saber en este caso qué situación iba a encontrar el equipo de cirugía antes de la intervención, y evitar situaciones no previstas. Además, la intervención fue relativamente breve y la recuperación del pequeño rápida y exitosa. No en todos los casos se requiere un análisis prequirúrgico, pero en este la obtención de volúmenes e imágenes previas permitió tener información para facilitar el trabajo del equipo médico.
“En muchos casos la planificación se realiza de forma virtual, aunque esta vez se realizó una impresión del objeto en 3D. Estas técnicas nos permiten realizar muchos cálculos y cuando hay una tumoración, uno de los más importantes es saber el volumen de tumor que se puede llegar a extirpar”, explica el responsable de investigación e innovación en el servicio de Diagnóstico por la Imagen, Josep Munuera.
Munuera asegura que “el impacto de estas técnicas es que ahorran tiempo de cirugía y también en la posterior recuperación de los niños. Hasta ahora hemos trabajado con cirugía oncológica, maxilofacial, traumatología y neurocirugía, pero en los próximos años aumentará el número de indicaciones y aplicaciones de las técnicas 3D”.