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Tras 19 años al frente del Departamento de Voluntarios del Hospital, Tina Parayre ha iniciado una muy merecida jubilación, dejando un legado inolvidable.
Sin duda, el departamento que más solidaridad desprende de todo el Hospital Sant Joan de Déu Barcelona es el de voluntarios. Hasta julio de 2019, tras diecinueve años al frente, Tina Parayre ha coordinado este imprescindible servicio que tanto apoyo ofrece a las familias, los pacientes y los profesionales. Su jubilación ha dado la bienvenida a Mireia Espinet como nueva responsable, a quien le delega el enorme privilegio de coordinar a 650 personas llenas de generosidad y un corazón enorme.
¿Cómo y cuándo llegaste al Hospital Sant Joan de Déu por primera vez?
Llegué al Hospital buscando dar un mayor sentido a mi vida. A pesar de tener una hermosa familia y una vida muy activa, dentro de mi corazón y mi alma había un vacío que me hizo salir de mi zona de confort, para adentrarme en un mundo real y cercano, pero totalmente desconocido para mí. Esta decisión cambió por completo toda mi vida y tuvo lugar el 12 de abril de 1988, cuando entré a formar parte del equipo de voluntarios hace 31 años.
Entonces, ¿empezaste primero como voluntaria?
¡Exacto, así fue! Realmente mi misión como jefa del departamento empezó doce años después, concretamente en mayo del 2000. En ese momento había alrededor de 150 voluntarios.
¿Cómo era el departamento de voluntarios que empezaste a dirigir?
Cuando yo llegué, el departamento de voluntarios ya estaba bastante estructurado. Mª Julia Denia, mi antecesora y mi gran maestra, ya había introducido programas de formación y creado programas de actividades con voluntarios propios.
¿Y el que has dejado?
El que he dejado tiene 650 voluntarios. Además de un proceso de selección y un plan de formación muy intenso. Los programas se han multiplicado dando servicio 7 días por semana con un horario de casi 14 horas diarias.
El voluntariado ha pasado de ser algo bonito, pero anecdótico, a ser algo esencial y que da una personalidad muy diferencial al Hospital Sant Joan de Déu
Una labor intensa…
Es importante destacar que antiguamente los programas para los voluntarios surgían por iniciativa del departamento; sin embargo, en la actualidad, todos los programas son consensuados con los profesionales y en la mayoría de los casos son ellos mismos quienes, ante una necesidad concreta, nos han solicitado nuestra intervención con la consiguiente creación de nuevos programas. El voluntariado en estos años ha pasado de ser algo bonito, pero anecdótico, a ser algo esencial y que da una personalidad muy diferencial al Hospital Sant Joan de Déu. Los voluntarios son considerados parte del activo humano de nuestra institución.
También debo mencionar la apertura del departamento hacia fuera estableciendo convenios con colegios, centros penitenciarios, justicia juvenil, universidades, agencias de estudiantes extranjeros… para que todos ellos, de una forma u otra, puedan participar de nuestro voluntariado y crecer como personas desde nuestros valores. También hemos ayudado a otras instituciones externas compartiendo con ellos nuestro potencial, tanto humano como material.
En todos esos años, ¿la esencia del voluntariado ha permanecido igual o la motivación cambia con el tiempo?
La esencia del voluntariado debería permanecer siempre igual, pues es la esencia misma del carisma de la Hospitalidad. El propio San Juan de Dios fue el primer voluntario. La motivación en cuanto al departamento tampoco debiera cambiar: nuestra motivación son los pacientes y sus familias, sin olvidar que podemos ser, también, de gran ayuda para facilitar las tareas de los profesionales. Sin duda, lo que nos motiva es procurar, con todos los medios a nuestro alcance, dar apoyo, entretener, acompañar, consolar, facilitar...
Muchas veces la motivación que nos lleva al voluntariado es pensando en nosotros mismos. Con el tiempo, estas motivaciones tienen que madurar, dejando de ser yo el sujeto de la historia, para que el centro sea el paciente y su familia
Y en cuanto a las personas…
En cuanto a las personas voluntarias, la motivación, por supuesto que puede cambiar. Hasta me atrevería a decir que debe cambiar para perseverar. Muchas veces la motivación que nos lleva al voluntariado es pensando en nosotros mismos: necesito llenar mi tiempo, necesito dar sentido a mi vida, quiero sentirme útil, me gusta jugar con los niños, etc. Con el tiempo, estas motivaciones tienen que madurar, dejando de ser yo el sujeto de la historia, para que el centro sea el paciente y su familia. Este movimiento interior transforma tanto al voluntario que deja de ser selectivo con las actividades y acciones que se le encomiendan, ya no busca hacer la que le gusta, sino lo que es más necesario y conveniente en cada momento.
¿Qué te emociona más al pensar en los voluntarios?
¡Todo me emociona! Todas las personas que se acercan para ser voluntarias vienen para dar de sí lo mejor que tienen ¡Con un equipo así se pueden conseguir imposibles! Me emociona ver a personas de todas las clases sociales, de todas las edades (de 16 años a más de 75), de diferentes nacionalidades, culturas, ideologías y creencias trabajando juntas, codo con codo, sin barreras, sin diferencias, unidas por un objetivo común y que las hace sentir iguales.
De los 31 años en total que has pasado en Sant Joan de Déu ¿podrías contarnos algunos momentos que te hayan llegado especialmente al corazón?
Son tantos que me es imposible elegir alguno en particular. Así que destacaría varios como: la fortaleza de los niños y niñas y su forma natural de aceptar y normalizar situaciones tan difíciles ¡cuánto he aprendido de ellos!; el coraje, paciencia infinita y amor incondicional de sus padres, creciéndose siempre ante la adversidad; la profesionalidad, creatividad, paciencia y sacrificio de nuestros profesionales luchando con abnegación y cariño por cuidar y curar a nuestros pequeños pacientes; también todos y cada uno de nuestros voluntarios, realmente ha sido un privilegio haber sido la bisagra entre ellos y el Hospital y, por último, la gratitud y generosidad de tantas personas anónimas. Todo eso y mucho más, me ha llegado al corazón.
Algunas palabras que quieras decirle a todo el equipo de voluntarios.
Que sean conscientes de que ser parte de Sant Joan de Déu es un verdadero privilegio, pero también un enorme compromiso al que hay que responder con responsabilidad, y que profundicen y nunca olviden las palabras de nuestro querido Juan de Dios: “Haced el bien, bien hecho”. Por último, solo me resta decir ¡gracias, gracias y gracias! Mi vida no hubiese sido la misma si un día no hubiese decidido encaminarme hacia el Hospital Sant Joan de Déu.