Una plataforma para entender la afectación de la COVID-19 en niños y mujeres embarazadas.
Kids Corona es una iniciativa de investigación que nace para entender si los niños y niñas tienen cierta protección contra la COVID-19 y cómo afecta a las mujeres embarazadas esta enfermedad. Equipos de investigadores de todo el mundo, profesionales de la salud y la ciudadanía han unido esfuerzos para encontrar respuestas a cuatro preguntas concretas:
- ¿Cómo afecta la COVID-19 a las mujeres embarazadas y recién nacidos?
- ¿Los niños se infectan por la COVID-19?
- ¿Cómo se manifiesta la enfermedad y cómo afectó el confinamiento a los niños?
- ¿Los niños y niñas son transmisores de la enfermedad?
A continuación, recogemos las respuestas que se han obtenido hasta la finalización del proyecto:
La COVID-19 en embarazadas y neonatos
A pesar de que la mayoría de los embarazos con COVID-19 desarrollan una enfermedad leve, se pueden dar casos de gravedad. Además, las mujeres embarazadas son muy vulnerables al "daño colateral" de la COVID-19, es decir, a consecuencias sociales, económicas y afectaciones en el bienestar a largo plazo.
Resultados de la investigación (actualizado el 6 de agosto de 2020)
Los investigadores de esta línea, realizada en el marco de BCNatal (consorcio Hospital Sant Joan de Déu y Hospital Clínic) y que contó también con casos del Hospital de Sant Pau, pudieron analizar 874 casos de mujeres embarazadas.
Los resultados muestran que el 14 % de las gestantes tenían anticuerpos contra el coronavirus, y la mayoría de mujeres embarazadas desarrolló la infección de manera asintomática o con síntomas leves.
Las pocas gestantes que presentaban síntomas más graves eran las que contrajeron la infección durante el tercer trimestre de embarazo (71 mujeres, 52 % asintomáticas, 43.5 % con síntomas leves y 4.5 % con neumonía), en comparación con las mujeres embarazadas con infección durante el primer trimestre (54 mujeres, 70 % asintomáticas y 30 % con síntomas leves).
Estos resultados se publicaron el 6 de agosto de 2020 en la revista científica The Lancet (Crovetto et al. Seroprevalence and presentation of SARS-CoV-2 in pregnancy)
Infografía del estudio en mujeres embarazadas
La infección en niños
Desde el inicio de la pandemia de la COVID-19, se ha visto en diferentes estudios que la enfermedad afecta de manera diferente a población pediátrica y adulta.
El número de niños afectados parece ser muy inferior al de adultos, a pesar de ser un grupo de riesgo para infecciones respiratorias graves, y cuando se infectan suelen padecer una forma más leve de enfermedad. Unimos esfuerzos para responder las preguntas clave.
Resultados de la investigación (actualizado 8 de junio de 2020)
El equipo de investigación de la plataforma Kids Corona visitó 411 domicilios familiares en los que se identificó un progenitor diagnosticado de COVID-19 por PCR.
Los resultados preliminares de las pruebas serológicas, en las que se tomó una muestra de sangre para mirar si había anticuerpos contra el coronavirus, probaron que un 17,5 % de los 724 niños y niñas que había convivido con un padre o madre enfermo/a de COVID-19 también había contraído el virus.
Éste es un porcentaje muy parecido al observado en los adultos que han convivido con la persona infectada (18,9 %), de manera que se concluyó que los niños y niñas se infectan de forma similar a los adultos que entran en contacto con un caso de COVID-19.
Sin embargo, de los niños y niñas con la COVID-19, más de la mitad no presentaron síntomas y el resto presentaron síntomas muy leves, principalmente fiebre, excepto una niña que requirió ingreso hospitalario.
Por lo tanto, aunque los niños y niñas se infectan igual de la COVID-19 que los adultos, la enfermedad se manifiesta de forma mucho más leve en niños y niñas que en adultos.
Estudio sobre la COVID-19 en hogares
La manifestación en niños
Los estudios de investigación han demostrado que en general los niños y las niñas tienen menos probabilidades de desarrollar una forma grave de la COVID-19, aunque siempre existen casos que se complican o manifestaciones atípicas de la COVID-19.
El análisis en profundidad del colectivo pediátrico, contando con suficientes casos y hecho de forma estandarizada, ha sido clave para evaluar las diferencias en la presentación de la enfermedad respecto a los adultos. Entender la razón de estas diferencias puede ayudar a desarrollar tratamientos y estrategias de prevención aplicables a toda la población.
Aparte de la manifestación de la enfermedad por sí misma, una consecuencia muy relevante de la crisis de la COVID-19 fue el confinamiento domiciliario. Esta medida preventiva, que en un principio se tomó para proteger la salud física de los niños y otros colectivos vulnerables, tuvo también efectos en su salud mental.
Durante los meses de confinamiento coincidieron varios factores de estrés que pueden facilitar la aparición de un problema de salud mental. Además, algunos de estos factores han persistido o reaparecieron en los meses posteriores al confinamiento más restrictivo.
Cuál ha sido el impacto de estos factores de estrés en la salud mental de los niños y los adolescentes es una pregunta clave que se debe responder.
Resultados de la investigación (actualizado 22 de enero 2021)
Los investigadores del estudio EmCoVID19 recogieron datos de 1.529 niños y adolescentes para evaluar su riesgo de sufrir una enfermedad mental durante el confinamiento por la COVID-19.
A través de cuestionarios en línea dirigidos a cuidadores de jóvenes de entre 4 y 18 años, los investigadores analizaron si habían aumentado los problemas emocionales y de conducta en este colectivo de niños y jóvenes respecto al año anterior. Además, también evaluaron cuáles eran los posibles grupos más vulnerables y qué factores eran los que mejor podían predecir la presencia de más alteraciones emocionales y de conducta.
Los resultados muestran que, en la población de niños y jóvenes estudiada, los problemas emocionales y de conducta que podrían aumentar el riesgo de un problema de salud mental se elevaron más del doble durante el confinamiento (del 13 % al 34,7 %), siendo los menores de 8 años y medio los que presentaban un mayor riesgo de padecerlo. La depresión y la ansiedad fueron los síntomas más prevalentes (64,5 %), seguidos de la hiperactividad y el cambio en la conducta (30,8 %). Cabe destacar la necesidad de los datos longitudinales para poder afirmar que seguramente son personas con riesgo de desarrollar un problema de salud mental, y también que, por las herramientas utilizadas, solo es una aproximación, no un diagnóstico.
El estudio también desvelaba que los factores que mejor predicen la presencia de más alteraciones emocionales y de conducta son diferentes en niños y adolescentes. Por un lado, el estrés y la depresión en los cuidadores son los mejores predictores en niños, mientras que en adolescentes el mejor predictor es su estilo de afrontamiento ante los problemas. Esto sugiere que mejorar el estado mental del cuidador y ayudar a los adolescentes a combatir el estrés enfrentándose al problema son objetivos importantes para prevenir las enfermedades mentales en niños y jóvenes, respectivamente. Estas estrategias deberían ser una prioridad para garantizar la salud mental de los niños en condiciones de gran estrés, como fue el confinamiento por la COVID-19.
La transmisión en niños
Para dar respuesta a esta pregunta, el Hospital Sant Joan de Déu diseñó diversos estudios para evaluar la infectividad y la transmisión del coronavirus SARS-CoV-2 entre la población infantil en un entorno de convivencia similar al de una escuela.
Uno de los estudios más extensos fue el de casales de verano, que recogió de forma sistemática muestras de 1.905 participantes en 22 casales de verano del área de Barcelona durante cinco semanas, además de investigar otros grupos de convivencia de otros campamentos donde uno de los niños o el monitor había sido diagnosticado de COVID-19. En total, el estudio incluyó a más de 2.000 participantes y fue uno de los más amplios que se realizaron a nivel internacional para evaluar la infectividad y la transmisión del SARS-CoV-2 entre la población infantil en un entorno similar al escolar, como son los casales de verano.
Este proyecto se complementó con otros estudios, como el de colaboración con el Fútbol Club Barcelona que se inició en agosto de 2020. Fue una investigación con más de 150 jugadores y jugadoras, así como los entrenadores y adultos con los que conviven. Este estudio permitió evaluar la transmisión del virus durante varios meses dentro de un entorno de convivencia parecido al escolar, en este caso en actividades deportivas.
Estudio Kids Corona en los casales de verano
Resultados de la investigación (actualizado 26 de agosto de 2020)
El equipo de investigación de la plataforma Kids Corona analizó, de forma sistemática, muestras de más de 2.000 participantes en actividades de verano del área de Barcelona durante cinco semanas.
Los resultados preliminares de las pruebas de PCR, en las que se tomaron una muestra de saliva o nasofaríngea para detectar la presencia del coronavirus, identificaron un total de 39 casos índice (de nueva aparición): 30 niños y 9 monitores.
Los 30 casos pediátricos tuvieron contacto con 253 niños y niñas durante los casales (pertenecientes a sus grupos estables de convivencia), 12 de los cuales (4,7 %) fueron contagiados (positivos secundarios), lo que representa un número reproductivo empírico local (R) del 0,3. Esta tasa es casi seis veces más baja que la que presentaba la población general (1,7 a 2) en el momento de hacerse el estudio en las áreas donde estaban ubicados los casales de verano.
La mayor parte de los casos índice pediátricos detectados (22) no transmitieron ninguna infección en los casales. Cinco casos índice la transmitieron a un contacto, dos a dos contactos y uno a tres contactos. En cuanto a las edades de los niños analizados, cabe decir que, en este estudio, los más pequeños (menores de 12 años) mostraron la misma capacidad de transmisión de la enfermedad que los mayores (de 13 a 17 años).
Infografía del estudio de la transmisión en niños y niñas
Las actividades se desarrollaron en un entorno similar al de una escuela, implementando medidas básicas de contención de riesgo: lavado de manos frecuente, grupos “burbuja” reducidos, uso de mascarilla y actividades principalmente al aire libre.
El estudio demostró que la distribución de los niños en grupos "burbuja" resultó eficaz para contener la transmisión de la infección, para facilitar la trazabilidad de los contactos y para permitir la cuarentena selectiva. Además, lavarse las manos de forma protocolizada cinco o más veces al día se ha asociado a una disminución en la transmisión de la enfermedad.
También se ha encontrado una alta correlación entre la incidencia de la infección en la población general y el número de casos índice detectados en los centros de la misma zona, lo que demuestra que los participantes en actividades de verano no fueron grandes transmisores de la enfermedad y que el cribado proactivo en áreas de alta incidencia puede ser muy efectivo.
Aunque hay que tener en cuenta algunas limitaciones del estudio, como el tiempo reducido del mismo (cinco semanas) o el hecho de que las actividades de los casales de verano se hicieron al aire libre y con grupos pequeños, por lo que los resultados no son directamente extrapolables a otras condiciones, los datos obtenidos dieron pistas para abrir las escuelas de una forma segura y controlada, aplicando medidas como las que se habían implementado en los casales de verano: grupos "burbuja", utilización de mascarilla y lavado de manos frecuente.