La responsable de enfermería del Área de Neonatología, María José Troyano, nos explica cómo es su labor con los pequeños pacientes que atiende y sus familias, con el bagaje que dan 35 años en la profesión.
Durante su carrera, María José Troyano ha visto los cambios vividos por la profesión y el Área de Neonatología en el cuidado de los recién nacidos prematuros desde 23 semanas de gestación y de los recién nacidos a término con alguna patología compleja que requieren su ingreso en una unidad neonatal de nivel III. Nos ha recibido para hablar de la evolución en esta especialidad y de sus vivencias en el desarrollo de la profesión.
¿Hasta qué punto es fundamental la vocación en tu profesión?
Es cierto que normalmente vinculamos las profesiones de la salud con una profunda vocación, porque están en contacto con personas con situación de vida complicada, que tienen dolor o están enfermos, pero no siempre es así. También la enfermería en sus inicios se vinculó a los cuidados que proporcionaban las congregaciones religiosas o las mujeres y que no necesitaban tener ninguna formación para proporcionar ayuda a los enfermos, pero esto ha cambiado radicalmente.
La transformación más importante que se ha producido es que las enfermeras han convertido un acto de cuidado en una actividad que se puede revisar y argumentar científicamente. Sí que es cierto que tienes que tener interés por la profesión, pero realmente la vocación es tener motivación para aprender a cuidar, para formarte y para investigar.
¿Y cómo te surgió el interés por la neonatología?
En mi formación académica no hice prácticas en pediatría. Mi primer contacto fue al comenzar mi vida laboral en un hospital pediátrico, este tipo de paciente me enganchó desde el inicio. A partir de ahí, comencé a formarme en pediatría, y poco después me especialicé en neonatología, donde he trabajado casi todos los 35 años que llevo de trayectoria profesional.
¿Cómo fueron tus inicios trabajando en Sant Joan de Déu?
Estudié en Andalucía, pero mi espíritu aventurero me trajo hasta Barcelona y así fue como empecé a trabajar en Sant Joan de Déu. Recuerdo los orígenes en el Hospital con mucha ilusión, me impregné de sus valores a medida que veía lo que hacían mis compañeros y de lo que me transmitían en la formación de las técnicas de cuidado del neonato.
¿Qué te sorprendió más en aquellos primeros años en el Hospital?
Quizás lo que más me sorprendió era el trato que se tiene tanto hacia las familias como hacia los profesionales que trabajamos aquí. Me sentí rápidamente integrada en el equipo, formando parte de una gran familia. Esta manera de tratarte facilita que te sientas parte del proyecto.
Y del mundo neonatal lo que me cautivó fue descubrir la fortaleza de los recién nacidos y de los prematuros. Como seres tan pequeños e indefensos pueden aguantar tantas intervenciones complejas, ese agarre a la vida que tienen...
"Recuerdo los orígenes en el Hospital con mucha ilusión, me impregné de sus valores a medida que veía lo que hacían mis compañeros"
Ahora pasamos a momentos más recientes, ¿qué experiencias destacarías como jefa de Enfermería en Neonatología?
El diseño de una nueva unidad donde dispones de instalaciones diferentes a las que estamos acostumbrados es todo un desafío. También es un reto el paso de unidades neonatales abiertas a otras compartimentadas, donde se tienen en cuenta tanto las necesidades de los bebés y sus familias como las de los profesionales. Todas estas novedades suponen un cambio de paradigma donde los profesionales que están a pie de cama y las familias han de ser escuchados y acompañados durante todo el proceso de cambio.
¿Qué otros cambios supusieron la puesta en marcha de la nueva unidad?
Supuso una necesidad de más profesionales, en una época complicada por la falta de enfermeras a nivel mundial y en plena pandemia de COVID-19. En este sentido, tuvimos dificultades para ir incorporando personas cualificadas. Para incorporar a estos nuevos profesionales hemos tenido que realizar un gran número de formaciones y ayudarles a adquirir las competencias necesarias para tratar a este perfil de paciente tan complejo.
¿Qué cambios en el ámbito profesional destacarías de tu experiencia estos años?
Ha cambiado la metodología del cuidado. Los avances tecnológicos de los últimos años y la especialización de los profesionales han permitido que el bebé prematuro o con alguna patología grave tenga una mayor tasa de supervivencia.
El modelo de cuidados centrado en el desarrollo del recién nacido y su familia ha permitido favorecer la organización del cerebro del bebé aún en desarrollo y minimizar el impacto emocional que supone a las familias ver a su bebé ingresado en una UCI. Nuestra intervención está dirigida al recién nacido y su familia, considerándolos como una unidad. Así, integramos a las madres y a los padres en sus cuidados, siendo la familia parte del tratamiento del recién nacido.
¿Qué otras cosas han evolucionado en vuestro día a día estos años?
El modelo organizativo de los equipos enfermeros en los turnos, el hecho de trabajar en habitaciones compartimentadas, hace que tengamos que distribuirnos por parejas de enfermeras, intentamos que sea una enfermera experta con otra más novel, para favorecer el aprendizaje y formación de esta última. Los bebés prematuros precisan que los cuidados se realicen entre dos personas, mientras que una los realiza, la otra hace el cuidado postural.
El aumento de profesionales en la unidad ha supuesto que la comunicación sea más compleja entre los equipos, esto nos ha llevado a buscar estrategias que nos ayude a mejorarla. Las herramientas que hemos utilizado para facilitar esta comunicación son: uso de pizarras informativas, paneles de distribución de pacientes en las áreas, pizarras donde se comunican resultados de indicadores “Good News”.
"Los cambios constantes en neonatología hacen que las enfermeras neonatales tengan que formarse continuamente"
Has mencionado el método canguro, ¿en qué consiste?
Se trata de poner piel con piel al recién nacido con su madre o su padre. Es importante que estén un mínimo de dos horas diarias. Está comprobado que tiene beneficios sobre el neurodesarrollo del bebé. Mejora su frecuencia cardíaca, la saturación de oxígeno, regula mejor la temperatura, favorece el vínculo madres - hijo aumentando la producción de leche materna y ayuda al bebé a disminuir el estrés.
También tiene beneficios sobre la familia, ya que sus madres y padres sienten que forman parte de los cuidados de sus hijos, se sienten útiles, que pueden hacer alguna cosa para ayudar a que su bebé se cure y disminuye el sentimiento de culpa que muchos de ellos tienen por el nacimiento prematuro de sus hijos.
¿Cómo es tu experiencia con la formación para profesionales de enfermería ya en activo?
Al principio, cuando trabajaba en el turno de noche, a veces me encontraba un respirador o un monitor nuevos y no sabía cómo funcionaban. Entonces pensé que esto tenía que cambiar. En enfermería neonatal todo evoluciona de forma rápida y continuada. Además, hay muchísimo aparataje que puede variar según las semanas y el peso del paciente neonatal.
Estos cambios constantes hacen que las enfermeras neonatales tengan que formarse continuamente. En el Área de Neonatología de Sant Joan de Déu hacemos una formación anual, "Módulos de Enfermería", a la que asiste todo el equipo, donde se decide y unifican modelos de actuación, y mensualmente realizamos talleres de simulación en la sala que tenemos en la unidad específicamente preparada para ello.
Aprovechamos la declaración de incidentes, detectando puntos de mejora en acciones de nuestro día a día, para realizar formaciones que nos permitan adquirir nuevas habilidades adaptándolas a las necesidades que van surgiendo. La formación es básica en unidades de tanta complejidad, con tanta tecnología y tanta variabilidad.
Pasemos a hablar del futuro, ¿cuáles serán los retos para tu profesión los próximos años?
Uno de los principales retos que tenemos en la enfermería neonatal es aprender a interpretar la conducta del recién nacido, para saber qué le está pasando, adaptando nuestros cuidados en cada momento a las necesidades que presenta, es decir, a individualizar los cuidados.
Otro reto que tenemos es capacitar e integrar a las familias en los cuidados de sus hijos e hijas, convirtiéndose en sus principales cuidadores. Ellos deben ser parte del equipo interdisciplinar que se ocupa de su bebé, siendo informados en todo momento su proceso y estado de salud, de los objetivos del plan establecido y participando en la toma de decisiones que concierne a su bebé.
Estos dos aspectos también ayudarán a que ofrezcamos cuidados de mayor calidad y a la humanización de las unidades tan tecnificadas y complejas.
¿Qué consejo le darías a alguien que está estudiando enfermería y quiere dedicarse a neonatología?
Mi principal consejo es que no tengan prisa en adquirir los conocimientos más complejos y tecnificados. Primero, han de comenzar por la base del cuidado neonatal, que aprendan a conocer al paciente, a interpretar su conducta, a capacitar a la familia, a integrarlas en los cuidados, que potencien el método canguro e instauración de la lactancia materna, que sepan identificar el dolor, el estrés… Una vez que conozcan bien todo esto, ya pueden formarse en procedimientos más técnicos necesarios para cuidar del paciente neonatal complejo, convirtiéndose en una enfermera experta en este campo.