"Los chicos y chicas a los que trato se quieren borrar de la vida antes de conocerla"
Francisco Villar, coordinador de la Unidad de Conducta Suicida, ha identificado qué tipo de jóvenes corren mayor riesgo de reincidir en el intento de suicido
Los datos hablan por sí solos: en España se suicida 1 menor cada 5 días, entre 60 y 70 cada año. De ellos, unos 10 o 12 son menores de 14 años. En 2018 la Unidad de Conducta Suicida del Área de Salud Mental del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona atendió 320 urgencias de conducta suicida, el 70% de ellas son intentos de suicidio, 30 casos más que el año anterior. Una unidad que desde 2013 trabaja con estos pacientes, en un programa financiado con donaciones, y que ha hecho avances firmes en cuanto a la revisión de los protocolos necesarios para el abordaje de este tipo de casos.
Hablamos con Francisco Villar, psicólogo clínico coordinador de la unidad y autor del estudio que ha identificado y clasificado qué tipo de jóvenes corren mayor riesgo de volver a reincidir en un intento autolítico.
El momento de un intento de suicidio es realmente de mucho dolor.
Sí, son situaciones para las que los progenitores nunca están preparados y que la sociedad tradicionalmente ha tratado como un tema tabú. Pero es importante que tengamos todos en cuenta que los chicos que quieren quitarse la vida siempre dan señales de aviso previas y, de los que lo han intentado, un 18% de ellos lo vuelve a hacer en un plazo de 6 meses tras el alta. Estamos hablando de un problema considerado de salud pública por la Organización Mundial de la Salud y que lo corroboran los datos crecientes de cada año.
Resulta difícil pensar que un menor trate de quitarse la vida.
Está claro que la pérdida de un hijo es siempre devastadora, ya sea a causa de un accidente o una grave enfermedad, pero cuando lo que se lleva a tu hijo es tu propio hijo, es realmente muy difícil de asumir. Es una situación muy dura a nivel emocional, tanto para las familias como para los profesionales, pero también para los chicos que lo han intentado cuando llegan a ser conscientes de todo el sufrimiento que han causado.
En tu estudio distingues tres grupos distintos de pacientes en los que el abordaje debería hacerse de manera distinta.
Sí, tras el análisis de 800 casos, pudimos clasificar tres grupos distintos. El más numeroso, que representa el 60% de los casos, es el de los jóvenes que presentan problemas vitales y conductuales de largo recorrido. El segundo grupo, un 30%, son adolescentes que están sufriendo alguna crisis aguda relacionada con una enfermedad mental y, el 10% restante, son chicos y chicas que intentan suicidarse como respuesta a una situación vital estresante. Estos últimos son los que tienen mejor pronóstico porque podemos fortalecer más fácilmente su vínculo con la vida, pero con todos ellos es posible trabajar y es necesario hacerlo de forma distinta.
Y has determinado que los que más riesgo tienen de reincidir no son los que presentan depresión, tal como se creía.
La relación de la depresión con el suicidio tiene más que ver con fases iniciales, y menos graves, de la conducta suicida, como por ejemplo empezar a pensar en la muerte, pero no tanto con el acto en sí. Y eso es especialmente cierto en la adolescencia, la depresión no nos permite diferenciar a los chicos de mayor riesgo de repetir un intento de suicidio.
Con el "Codi Risc Suïcidi" sabes que en 72 horas este chico o chica es atendido por un profesional
Los datos realmente son preocupantes… ¿se hacen avances en este campo?
Sí, realmente algo va cambiando. En nuestro caso, hemos hecho cambios en los protocolos de valoración y tratamiento de estos pacientes, que no sólo nos han servido a nosotros sino que se usan ya en diversos sistemas de salud.
También, con la implantación en 2015 del Codi Risc Suïcidi del Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya, se puede analizar cuál es la realidad en Cataluña y se ha convertido en una buena herramienta para hacer que haya una vinculación inmediata entre los servicios de urgencias hospitalarios y los dispositivos de salud mental comunitarios. Esto ha resuelto un gran problema, porque con el Codi Risc Suicidi sabes que en 72 horas este chico o chica es atendido por un profesional y antes sólo era una recomendación que dábamos a los padres, pero sin garantías de que se realizara el seguimiento.
¿Y además?
También en 2015 se creó la Sociedad Española de Suicidología donde se busca concentrar todo el conocimiento experto que hay en la materia para avanzar en la prevención del suicido. Y otro ejemplo de que sí que se hacen avances lo viví en un congreso en Mallorca, donde se ha creado un “observatorio del suicidio” y donde me invitaron a compartir nuestra experiencia. Se reunieron 750 profesionales de diferentes ámbitos, como protección al menor, colegios, policía local, atención primaria y secundaria de salud, y realmente fue muy reconfortante ver a tanta gente implicada e interesada en el tema.
Y a nivel social en 2017 hubo una gran alarma…
Sí, el fenómeno de la “Ballena azul” y de la serie “Por 13 razones” supusieron un incremento de la alarma social, y también un aumento de casos, que hizo que los medios hablaran de ello. Personalmente preferiría que la problemática se abordase de una forma más serena, menos reactiva y alarmista, porque la sociedad tiende a acostumbrarse y a hacerse “sorda” ante las alarmas. Los datos de mortalidad por suicidio son terribles y se resisten a disminuir por sí solos, es importante que haya una toma de consciencia del problema a nivel social, pero que se haga al estilo de las exitosas campañas de prevención de accidentes de tráfico que realiza la DGT.
El suicidio también es prevenible y deberíamos dedicar muchos más recursos
Efectivamente hemos visto en 2018 que las cifras vuelven a crecer.
Sí, queremos analizar los datos para hacer una valoración. No solo se trata de poner una cifra, se trata de extraer todo el conocimiento que hay debajo de esa cifra para extrapolarlo y hacer que sea de utilidad pública.
¿Qué es lo que más frustración te produce?
¡Ver que seguimos llegando tarde para muchos casos! El suicidio consumado se resiste a ir a la baja por sí solo y tengo envidia sana del éxito de las campañas de tráfico. Estoy plenamente de acuerdo con ellas en que una única muerte ya me parece demasiado, y me inquieta pensar que todavía no hay un plan estatal de prevención del suicidio. Tampoco me conformo con saber que buena parte del éxito de sus campañas se debe a los grandes recursos que se destinan a ellas, el suicidio también es prevenible y deberíamos dedicar muchos más recursos.
¿Son conscientes estos jóvenes de qué es la muerte?
De lo que no son nada conscientes es de qué es la vida. ¡Los chicos y chicas a los que trato se quieren borrar de la vida antes de conocerla! Pero el concepto de la muerte sí que lo tienen integrado. Ven en la muerta la solución para acabar con el problema que les angustia, eliminan la posibilidad de tener un futuro sencillamente por solucionar un problema transitorio. Y creen que si desaparecen, están ayudando a sus padres, a su entorno. Realmente creen que el mundo estaría mejor sin ellos, esto es lo que les priva de cualquier freno.
Nos fijamos más en el resultado de las acciones de nuestros hijos que en lo que ha motivado que llegasen a esa situación
¿La sociedad actual les influye negativamente?
Hay muchos factores de la sociedad que les influyen. No sólo porque es muy exigente, sino porque estamos en un momento con mucho temor al futuro, nos llegan mensajes un tanto desesperanzadores.
Tenemos hijos con temperamentos y capacidades que no hemos podido elegir por catálogo, como padres y como sociedad deberíamos acompañarles en el tránsito a su adultez con lo que vienen. Hay que ser conscientes de que la adolescencia es un momento de aprendizaje y también es un momento en el que socialmente está aceptado que se puedan cometer errores. Sin embargo, cuando suspenden un curso y repiten, casi no se lo perdonamos, les decimos que están malgastando su vida, que la están desaprovechando y tendemos a pensar que acabarán viviendo debajo de un puente.
Nos fijamos más en el resultado de sus acciones, que en lo que ha motivado que llegasen a esa situación, qué emociones tenían o qué les preocupaba. Por eso, en nuestra consulta, una de las sensaciones más gratificante es ver cómo generamos un lugar de seguridad, de comunicación y recibimos el agradecimiento de los padres cuando nos dicen que están descubriendo a un hijo o hija al que no conocían.
En tu opinión, ¿cuál sería la mejor manera para intentar reducir el suicidio?
Centrándome en la adolescencia, creo que hay que dar a niños, jóvenes y adultos herramientas para afrontar, tolerar y disfrutar la vida, tres ingredientes en la misma proporción, todos en una base de esperanza.
Y tu sueño como experto…
Me encantaría que el programa siguiera atendiendo a adolescentes y familias en situaciones de crisis, ya que no creo en la existencia de una sociedad sin dolor, ni sin momentos en que las circunstancias son tan adversas que sobrepasan los propios recursos de una familia. Pero sí que aspiro a que esa atención llegue antes de que el adolescente haga un intento de suicidio. Me gustaría seguir investigando, quizás ya no tanto en el después, como en el antes, no sólo para ayudar a los de hoy, sino a los de mañana.